miércoles, 4 de noviembre de 2009

“EL SABIO MUDO”, SIN MÁS EXPLICACIONES (12 de septiembre de 2007)



















El artículo siguiente lo hemos escrito para acompañar la edición impresa de la historieta gráfica inédita "El sabio mudo", de Pedro Camello, que en su día le encargamos como recreación del guión del cortometraje del mismo título. Es una estupenda noticia que nos alegra, y me autocito, "amén de por el hecho de haber participado de una iniciativa novedosa, por haberla emprendido de la mano de un artista que huye de la púrpura mientras su obra fluye sin desencanto y mediante el placentero pincel sólo al alcance de los idealistas". Edita el Ayuntamiento de Vélez-Málaga.



“EL SABIO MUDO” , SIN MÁS EXPLICACIONES

Una historia sobre la violencia que ejercen miembros de una sociedad altamente cohesionada por la asunción de un mismo interés (el crematístico, el económico, el dinero) contra el disidente que se opone a ese asimilado bien común desde un valor diferente (sentimental, estético, poético). La casa, que fue en otros tiempos lugar del poder y la libertad del individuo, ha perdido sus fronteras (¿quién puede ya resistirse a un registro, o a una expropiación?) y se ha convertido, de hogar, en mercancía, y más concretamente, en cuanto casa antigua, se ha convertido en objeto de demolición, para que la destrucción de aquello heredado permita hacer valer su valor, que es (o era, si es verdad que la economía especulativa esta empezando a morir) el valor del suelo en que se soporta, no el de los muros que cobijan. No te puedes oponer a la ley, a la patada policial que derriba tu puerta; ahora, tampoco te puedes oponer al progreso, encarnado en la pala excavadora que derriba tus muros. No te puedes oponer, especialmente, al progreso en las cuentas bancarias de tus vecinos. Eso es pecado, eso es crimen, eso merece y tiene un castigo. Esa ética es real y está presente, más que mil filosofías y religiones, en la mente de muchos. ¿Quién es mi enemigo?, se pregunta la multitud de sus conversos: quien mi impida ganar es mi enemigo, se responde a sí misma. Lucharé contra él.
Además de la violencia de muchos contra uno, está el animal que fue símbolo de la crueldad, de lo antisocial, de lo más inhumano, del propio mal. El odio, además de la pala excavadora y la sierra mecánica, acabaron con él. Y sin embargo, entre todos los apodos que la cultura tradicional le dio, el hallazgo del que da título a la historia habló, a nuestra imaginación encandilada por las patas sedosas del cánido salvaje, infatigable devorador bajo las estrellas de bosques y collados, de otra visión, de otra valoración, no demonizadora, del potente animal. Había allí, no miedo, no odio ni deseo de venganza, sino capacidad de valoración positiva hasta de la más denostada de las fieras. Valoración de una inteligencia no humana emboscada en lo fragoso, amor y admiración hacia el señor salvaje de los bosques. ¿Y no es hermoso que esa cultura tradicional, que vio al lobo como amenaza y perjuicio, fuera capaz, al menos en algunos de sus miembros, de reconocerlo como fuente de un saber que no era el de las palabras, sino, seguramente, el de la vida libre, el de la adaptación al medio, el de las mil y una triquiñuelas y habilidades de las que se mostraba capaz, para quien llegó a conocerlo, el salvaje cuadrúpedo? Eso se admiró, por parte de una humanidad que aún protagonizaba la epopeya de la adaptación a un medio ambiente no “humanizado”, y hacía de su comprensión y entendimiento un objeto de estudio. No un enemigo al que destruir, sino un “otro” del que aprender. Quizás, cuando éramos cazadores sin fusil, también aquí, como en los bosques polares, la humanidad, no indefensa ni inerme, no débil, amó en el lobo aquello a lo que aspiraba y aquello que, puesto que somos, consiguió encontrar en plena naturaleza: cooperación y relaciones de colaboración entre individuos adultos, crianza generosa y compartida de las crías de la especie, vitalidad y fuerza. Y cuando se acabaron los cazadores sin fusil, y llegaron los señores y los siervos, la propiedad privada y los censos de población, quizás también fue el símbolo de la libertad perdida. Eso fuimos, pudieron la dignidad mancillada y la sociedad dividida, viendo cazar y vivir al lobo, decirse con nostalgia y pasión a sí mismos.

Muchos fueron los argumentos –entre ellos, desde luego, la estrella de contar con la cercanía personal y profesional de un artista del cómic como Pedro Camello- que barajamos en Libre Producciones para vincular el proyecto de cortometraje “El sabio mudo” con su recreación inicial en forma de historieta gráfica. Pero la principal de las razones fue la de mantener cierta fidelidad a nuestro ideario profesional, inspirado por un concepto plural y de reparto de responsabilidades de la creación cinematográfica y audiovisual, que nos lleva a considerar de igual importancia a todos los participantes en la producción de un filme. Es cierto que suele darse la circunstancia de que el guión se convierte por lo general en un artículo más o menos mítico que manejan en un corrillo de componendas productor, director, operadores y actores, al margen del resto del equipo –a menudo con su aquiescencia- y demasiadas veces incluso a espaldas del propio guionista. A menudo –y es un drama para cualquier cineasta novel o carente de recursos tener que asumir tantas y tantas explicaciones- nadie sabe de qué va verdaderamente aquel entrecortado y desconcertante trasiego de escenas que sumerge a todos en una espiral de desenfreno, impaciencia y gandulería. Para ganar tiempo y explicarse mejor, remedando las costumbres de la sociedad del mensaje píldora y la imagen elemental, surgió el story-board, a menudo con el mismo destino que el guión: servir a la élite. Ampliando el capítulo de gastos y explicaciones, de paso.

Nosotros apostamos, para este proyecto, por la historieta gráfica, por el tebeo. Y a disposición de todos: tanto para los autores de la trama (qué tenían ante sí el lujo de significar su relato en un medio tan admirable como éste, superior donde los haya), como para los miembros del equipo, entendidos en su integridad.

La película aún no es un hecho: el cómic ya vive. Y nadie nos creerá si decimos que nos satisface enormemente esta coyuntura, este destino burlón y ciertamente previsible. El trabajo de Pedro recoge de forma excepcional las localizaciones reales previstas del cortometraje, tanto interiores como exteriores, el aspecto físico de su (futuro) reparto y, además, el espíritu de la planificación del relato cinematográfico, en planos-secuencia fragmentados por detalles. “El sabio mudo” ya existe en estas páginas dibujadas y, sinceramente, lo que más nos alegra, amén del hecho de haber participado de una iniciativa novedosa, es el haberla emprendido de la mano de un creador que, como esta humilde casa nuestra, huye de la púrpura mientras su obra fluye sin desencanto y mediante el placentero pincel sólo al alcance de los idealistas.


El ´rey´ extremeño del cómic ( El Periódico Extremadura - 29/07/2007 )

No hay comentarios: