miércoles, 4 de noviembre de 2009

UN RODAJE AFORTUNADO (14 de septiembre de 2009)

Hay que tener cuidado con los deseos, porque a menudo se cumplen. El rodaje de "El sabio mudo" ha sido fluido, afortunado, aunque exigente y agotador, como cabía esperar. Todo fue bien. Agradecimiento total hacia Carlos Álvarez-Nóvoa por su interpretación y, sobre todo, por la primorosa lección de cordialidad que nos ha ofrecido. Un hombre distinguido con el que volveremos a encontrarnos. Emocionante también el trabajo del resto de la gente: gracias por estar ahí siempre. A todas horas, como Ana, que escribió y prácticamente levantó sola esta historia, siempre ofreciendo coartadas frente a mi resignación; a Rafa por el talento de su luz y el tesón de sostener su cuerpo dibujado; a Sonia, con su máster de claqueta que se lleva a Granada, acompañada por nuestra nostalgia; al consultor Txinato, intuición, rigor y compromiso, por viajar con nosotros en segunda después de haber probado la sangre de la primera; a Merino por su incansable lealtad y la alerta de sus pensamientos, y por supuesto, al Moreiro, que le pondrá este corto a sus hijos, qué mejor homenaje a su infinita paciencia.

Alegría al volver a trabajar con Juanjo Martínez de San Mateo, que se hace querer: ecologista en Madrid, así que técnico de sonido escrupuloso. Gracias también a Pedro Rodríguez, Roberto Calle y Raúl Delgado por perfeccionar con su interpretación a personajes que surgieron una noche, envueltos en carencias, de nuestra imaginación. A Carlos Sanz, por cuidar de sus lobos para que podamos plantarnos ante su mirada de otros tiempos. Al otro Pedro, el dibujante, y a Pilar, por su generosidad fraterna, como es la de Manolo (envidiable su vida de ojos muy abiertos) y Maria José, o la de Luis y Geles. Todos siempre dispuestos a embarcarse en estos desconciertos de artesanos.

A quienes no pudieron estar, a las restantes amistades y profesionales que nos han prestado sus cosas o cobrado su tiempo, a las buenas gentes de Quintana que nos han aguantado una semana de muchos días: así da gusto. Nos traemos el vaho del calor y el recuerdo de granitos, y de cruces oxidadas en el castillo de Magacela, dónde reposan hombres y mujeres a los que alguien, en algún tiempo, quiso. Maestros de las dudas como somos, nos hemos beneficiado del azar. Próxima aventura: cinco semanas para "El pasmo". Allí nos veremos todos.

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