Alegría al volver a trabajar con Juanjo Martínez de San Mateo, que se hace querer: ecologista en Madrid, así que técnico de sonido escrupuloso. Gracias también a Pedro Rodríguez, Roberto Calle y Raúl Delgado por perfeccionar con su interpretación a personajes que surgieron una noche, envueltos en carencias, de nuestra imaginación. A Carlos Sanz, por cuidar de sus lobos para que podamos plantarnos ante su mirada de otros tiempos. Al otro Pedro, el dibujante, y a Pilar, por su generosidad fraterna, como es la de Manolo (envidiable su vida de ojos muy abiertos) y Maria José, o la de Luis y Geles. Todos siempre dispuestos a embarcarse en estos desconciertos de artesanos.
A quienes no pudieron estar, a las restantes amistades y profesionales que nos han prestado sus cosas o cobrado su tiempo, a las buenas gentes de Quintana que nos han aguantado una semana de muchos días: así da gusto. Nos traemos el vaho del calor y el recuerdo de granitos, y de cruces oxidadas en el castillo de Magacela, dónde reposan hombres y mujeres a los que alguien, en algún tiempo, quiso. Maestros de las dudas como somos, nos hemos beneficiado del azar. Próxima aventura: cinco semanas para "El pasmo". Allí nos veremos todos.
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